Llámame bruja, perraca o zorrupia, el caso es que aunque me encante ver bodas de cuento, novias estilosísimas con sus vestidos boho en medio de la Provenza y guirnaldas de luces perfectas dando un halo mágico al evento, a mi, lo que de verdad me gusta es ver la chicha rebosando del palabra de honor.
¿Mala persona? Puede ser...
Supongo que en el fondo es reconfortante ver como esas mujeres perfectas que fotografían sus piernas depiladas y untadas en aceite por todas las piscinas de los hoteles del Caribe, también tienen ese pelo en la barbilla que sale en el momento más inoportuno.
Y quien dice a la novia fea en sí, dice a todo lo que la rodea, que para el caso también me sirve. 3 damas de honor vestidas de color malva y con pamela, un novio embuchado en el traje del Ken de 1990 con ramillete en la solapa, una torre de langostinos de cinco pisos, una manicura con piedrecitas incrustadas... ¡Que no se vaya a decir que soy exigente!
Y todo esto lo juzgo yo, señoras y señores, tumbada sobre la cama. Con un chándal flojo que tiene una mancha de tinta en la pierna derecha que no sale y uso para estar por casa. Con los calcetines por encima de las perneras para que no se me enfríe "la linea del calcetín", un chicho despeluchado, las gafas y la pedicura sin hacer desde hace 2 semanas.
Pero no nos engañemos, porque creo que no soy la única (y no me refiero a lo de la pedicura)... Supongamos que se casa tu vecina del 5º, y que te dicen que la boda estuvo bien. Estoy segura de que quedaría ahí la cosa.
¿Y si te dicen que la boda fué en plan "mi gran boda gitana", que llevaba luces en el vestido y hasta una corona? Pongo la mano en el fuego a que serías capaz de bajar en pijama a los buzones para ver sus apellidos y poder buscar las fotos en facebook ... ¿Me equivoco?
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